Hay historias que llegan cuando menos las esperamos.
Historias que nos recuerdan que la vida siempre tiene sorpresas reservadas, incluso cuando creemos haberlo vivido todo. Esta pedida de mano fue una de esas. Una historia sencilla y profundamente emotiva, protagonizada por una pareja que se conoció hace poco y que decidió celebrar un nuevo comienzo juntos, frente al mar de Benalmádena.
Ella me dijo, entre risas y emoción, que jamás imaginó volver a sentirse así. “No creí que a esta edad volvería a ser feliz”, me confesó mientras se preparaba para la sesión. Y ahí estaba él, con la mirada llena de ternura, sosteniendo un anillo y una promesa que trascendía el tiempo: volver a elegir, volver a creer, volver a amar.
No se trataba de una historia de juventud, sino de una historia de valentía.
De dos personas que decidieron abrir el corazón otra vez, sin miedos, sin etiquetas, con la madurez que solo los años y la experiencia pueden dar. Y en ese atardecer dorado, el mar se convirtió en cómplice de un sí que resonó con fuerza y serenidad.
Me conmovió profundamente ser testigo de ese instante. Porque la fotografía, cuando nace desde la emoción, no entiende de edades, sino de historias reales.
En Benalmádena, un rincón lleno de luz y energía, cada sesión es una oportunidad para recordar que no hay edad para enamorarse, ni para celebrarlo, ni para regalarse una sesión de fotos que capture ese instante único.
Porque la fotografía no solo inmortaliza la juventud; inmortaliza la emoción, la complicidad, la esencia de todos y cada uno de nosotros cual sea nuestra historia.
Si estás viviendo un momento especial —una pedida, un aniversario o simplemente un nuevo comienzo—, te invito a hacerlo tuyo.
A dejar que el mar, la luz de Benalmádena y mi cámara sean testigos de tu historia.